Hace unos días me encontraba haciendo un examen muy importante para mi fututo. Era muy duro y tenía la cabeza que me iba a explotar.
Acabé de escribir un folio y le pedí a un profesor vigilante que me diera otro. El hombre, adentrado en años, bajito, un poco calvo, con chaqueta marrón y con cara de bonachón, cuando me pasó el papel, no sé por qué, me sonrió.
Solamente hizo eso, sonreír.
En mitad de un examen donde tu mente está al borde del colapso, este sencillo gesto te hace ver el cielo abierto. Con los nervios, el estrés y todo, de verdad que me animó muchísimo la "tontería" esta, e incluso diría que rendí mucho mejor ese examen.
Qué fácil es animar a la gente, y más en determinadas circunstancias. Ahora me imagino a este señor viviendo su vida tranquilamente sin ser consciente de que ese día, sin pretenderlo, me ayudó con creces a superar el examen.
Desde aquí, gracias a esas personas anónimas que, sin saberlo, van sembrando alegría allá por dónde van. :D
3 comentarios:
Antonio:
¡Qué bueno para ambos que haya existido esa sonrisa!
Para vos, te dio un empujoncito en medio de un embrollo, a él le permitió ejercer su don de gente y te ayudó, no creo que tan involuntariamente.
SUsana
Esta entrada me cayo como anillo al dedo, ando estresadisima xq el viernes es mi defensa para optar al titulo de ingenieria, al leerte me doy cuenta que tengo q tomar las cosas con calma, relajarme y tener confianza en mi misma.. ahora soy yo quien da las gracias has pintado mi dia con un nuevo color!
Saludos ^^
que lindo post, definitivamente una sonrisa es uno de los mejores regalos
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