Por aquí nos quejamos de tantas tonterías, cosas tremendamente insignificantes: que si no encuentro ropa que me gusta, que si tengo que madrugar para ir al trabajo, que si no puedo comprarme un coche con todos los extras...
De verdad que es que me frustro conmigo mismo y con mi alrededor. Cantidad de nimiedades que no sirven para nada. Luego también está el tema de que consumimos miles de cosas materiales innecesarias que a lo único que ayudan es a reventar el planeta.
Total, que en este panorama llegan unos chavales que para ir a la escuela tiene que salvar un barranco cruzando por un cable a modo de tirolina. Menuda incosciencia la de los chavales, a un soplido de caerse al vacío y se agarran al cable tan tranquilos.
Esto no es solamente una queja, yo pienso cambiar en la medida de mis posibilidades acorde a mis circunstancias, al menos intentarlo a toda costa. No comprar cosas que no necesite, valorar lo que tengo y procurar acordarme de estos chicos cuando se me ocurra quejarme de mi cómodo y privilegiado estilo de vida.
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2 comentarios:
Pues mira, sí, tienes toda la razón del mundo. Pero instintivamente seguiremos quejándonos por nuestra lustrosa vida mientras hay en el planeta personas que ni tienen tiempo para planteárselo.
Es muy triste, pero es así.
Saludos,
Sara.
dios mío... :( qué pena de niños
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