
Si le dices a un adulto: "he visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y golondrinas en el techo..." no acertarán a imaginarse la casa. Es necesario decirles: "he visto una casa de cien mil euros".
Entonces exclaman: "¡qué hermosa es!".
Del libro de El Principito de Antoine de Saint-Exupéry
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