El otro día me paré a hablar con un vecino de mi barrio. Un señor con el que he hablado pocas veces, pero que siempre me ha inspirado mucha paz.
Ese día, le saludé, se acercó y mantuvimos una breve conversación: cómo me iban los estudios, la familia, la vida etc. Mientras hablaba con él, le miré a los ojos, y me me fijé en su cara:
Tenía ante mí un rostro esculpido en arrugas con la experiencia que da los años. Sus ojos reflejaban cristalinamente su personalidad, una forma de ser cariñosa, sencilla y serena. En su boca descansaba el tipo de sonrisa que tiene un hombre que vive en paz.
De vez en cuando lo veo pasar desde mi ventana por mi calle con el sombrero que acostumbra a llevar, con un paraguas o volviendo de hacer la compra. De hecho, minutos antes lo he visto pasar, motivo por el cuál he escrito esto, y sigo sin saber por qué.
2 comentarios:
Hay personas que inspiran paz, es cierto, y dan muy buen rollo. Qué bueno que escribas sobre él.
Espero que estés pasando una feliz Navidad, Antonio. Y te deseo todo lo mejor para el 2010.
Un abrazo.
a mi tambien hay muy pocas personas que me dejan con una paz interna y relajacion. solo son algunas personas, es curioso. me gustaria saber por que ocurre esto
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